Cuando yo tenía diez años, vivía en un barrio lleno de terrenos baldíos y fábricas abandonadas. Contra una de las paredes de una fábrica de vidrio, nos juntábamos los chiquilines del barrio a jugar al fútbol. Un día fui con mi pelota a ver si había alguien con quien jugar. Como no había nadie me quede esperando a ver si alguien más venía. De repente en la otra cuadra veo que mi abuelo empujaba un auto, uno de esos autos redondos y viejos, de los años 60. Se mete en el auto y lo tira por la bajadita y lo frena justo donde estaba yo. Era un auto hecho de papas chip.
- "Te gusta?" Me preguntó
- " Te lo regalo, es mi regalo para tú cumpleaños, te lo traje hoy porque me tengo que ir al interior por unos meses y no puedo traértelo el día de tu cumple años. Tenés que cuidarlo muy bien, no podes dejar que se moje, si no las papitas quedan blandas y se te desarma. Toma te traje un toldo para que lo tapes. "
Luego de insistir por unos días, mi padre me enseño a manejar y me dejo manejarlo solo los Domingos y cerca de mi casa. Fue así que el primer domingo que pude, le avise a todos mis amigos y nos fuimos todos a ver a Mauricio al baby fútbol, que jugaba en un una cancha que se había armado en un terreno baldío a cinco cuadras de mi casa. El equipo de Mauricio ganó 1 a 0 y Mauricio no hizo ningún gol, pero igual estábamos contentos.
Entonces, nos subimos a mi auto y volvimos para nuestro cuadra. Agarré la misma bajadita en la que mi abuelo había empujado el auto y empecé a ir más rápido. Llegué a la esquina de mi casa, apreté el freno y no me funcionó. Miré a la izquierda, nada, miré a la derecha y vi al hermano de Mauricio manejando un auto rojo, cerré los ojos y...CRASH. Chocamos. me bajé del auto y el me di cuanta que el hermano de Murcio se había comprado un auto hecho de Ketchup y se lo venía a mostrar a la familia. Los vecinos se enteraron del choque y me comieron el auto en menos de tres horas.
